top of page

[CAS] Andoni Sáenz de Buruaga: “estamos aportando a la sociedad saharaui las bases humanas y los doc


Andoni Sáenz de Buruaga es profesor de Prehistoria de la UPV/EHU e investigador del Grupo de Investigación en Prehistoria (IT-622-13). Sus líneas de investigación principales se han centrado, por una parte, en el campo de la metodología arqueológica (Tipología y Estratigrafía) y en el proceso de evolución del Paleolítico medio al superior en el Sudoeste de Europa. Por otra, en el conocimiento de la Prehistoria del País Vasco: a través de diversos proyectos, entre los que caben resaltar las excavaciones de los yacimientos alaveses de Arrillor y Kanpanoste, y los guipuzcoanos de Zerratu y Aldatxarren. Y, junto a ello, la Prehistoria y Arqueología alavesas han tenido habitualmente una plaza representativa en sus inquietudes científicas. A su vez, y desde 2004, lidera un proyecto pionero en la región del Tiris, la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), en el cual diversos investigadores forman parte de un programa de cooperación vasco-saharaui que tiene como objetivo contribuir solidariamente a recuperar el pasado cultural de la comunidad saharaui y sus numerosas manifestaciones patrimoniales. Además, recientemente ha sido galardonado con el premio Enrique Eguren por el Instituto Alavés de Arqueología, atendiendo a sus méritos profesionales, por su dedicación y su trayectoria investigadora continuada.


¿Cómo surgió el proyecto del Sahara?


El Sahara era un objetivo de investigación que acariciaba desde hacía muchos años. Finalmente, diversas circunstancias se conjugaron para posibilitarlo. El hecho de haberlo logrado ha conllevado, ciertamente, un antes y un después en mi orientación y dinámica investigadora. Y, en verdad, ha representado un revulsivo de transformación intelectual en mi trayectoria como arqueólogo de la Prehistoria.


Un contexto arqueológico y medioambiental de ensayo en nada equiparable a los cotidianos de nuestras latitudes. Unas lecturas de los registros documentados planteadas forzosamente desde otros parámetros de entendimiento. Una sociedad vigente plenamente desfavorecida y estigmatizada por un largo e injusto conflicto geopolítico –el del Sahara Occidental– que se articula en torno al marco urbano de los Campamentos de Refugiados Saharaui de Tindouf (Argelia)… Un realidad muy distante de la nuestra que, lógicamente, debe de incidir en nuestra reflexión intelectual y en nuestra sensibilidad humanitaria. Dos vectores que en este marco resultan indisociables.


Y, de aquí nacía una apuesta firme por trabajar científicamente desde una “Arqueología de la cooperación y la solidaridad” con el Sahara Occidental. La razón era, y sigue siendo, muy sencilla: creemos que se trataba de la mejor oferta solidaria que podíamos hacer a la sociedad saharaui –y, no lo olvidemos, al patrimonio cultural de la Humanidad– desde la Cultura del pasado.


¿En qué ha consistido el desarrollo de la investigación a lo largo de estos 12 años?


Nuestra labor se ha centrado en registrar, recuperar y salvaguardar la pluralidad del antiguo patrimonio material e inmaterial del Sahara Occidental, mediante la aplicación de diversas líneas específicas de investigación. Hemos trabajado, fundamentalmente, desde los principios de la Etno-Antroplogía, de la Paleoclimatología y, lógicamente, de la Arqueología. Los resultados han sido extraordinarios: poniendo de relieve la riqueza y calidad del patrimonio cultural saharaui, y, de ello, su elevada potencialidad científica.


Por centrarnos en el caso de la Arqueología, actividad que hemos focalizado en la región del Tiris –de unos 30.000 km² de superficie–, hay que remarcar que de un efectivo de unas 2 docenas de yacimientos prehistóricos reconocidos bibliográficamente aquí hasta 2005 –en que comenzamos con nuestro programa de actuaciones sistemáticas–, hemos pasado, en 2016, a un registro de más de 1.000 yacimientos y de más de 6.000 monumentos líticos sepulcrales y rituales. Y, como bien se entenderá, acompañándose de una marcada pluralidad temática, funcional y cronológica. Son datos que hablan por sí solos, y que ensalzan al Tiris como referencia ineludible en el conocimiento y estudio del pasado del NW de África.


Más, junto a este estímulo científico, no olvidemos la apuesta social de nuestro programa, en el que diversos estudiosos saharauis se integran y forman parte del equipo técnico de las misiones exploratorias. En breves palabras, no tengo duda que estamos aportando a la sociedad saharaui las bases humanas y los documentos científicos para la gestión futura de su patrimonio cultural.


En síntesis, pues, nuestra tarea investigadora se ha venido orientando a algo tan elemental como el documentar para conocer –un primer paso en el proceso de conocimiento que necesitaba ser hecho–, y socialmente a ir construyendo, de forma paralela, las bases sólidas para una futura gestión normalizada de los bienes patrimoniales por los propios ciudadanos saharauis.


¿Cuáles son las perspectivas de la campaña para este año?


De entrada, hay que precisar que 2017 va a marcar un cambio cualitativo en nuestra dinámica de actuación. Habiendo logrado unos resultados francamente notables en el proceso de registro y documentación arqueológica de 2005 a 2016, creemos que ha llegado el momento de poner en marcha una nueva fase en el proceso de investigación: la de profundizar para entender. Una estrategia que, desde la praxis, se centrará en la búsqueda de secuencias en la evolución social y medioambiental del marco geográfico del Tiris saharaui.


Conforme a este propósito, nuestro objetivo preferente más inmediato, en 2017, lo constituirá la excavación arqueológica del “megatúmulo” de Azefal-9/1, en el extremo más meridional de nuestra área de estudio –a más de 1.000 km al S de Tindouf: nuestro núcleo de avituallamiento elemental– y en el interior del campo de dunas de Azefal.


Esta imponente estructura lítica pareada, descubierta por nosotros mismos en 2012, ronda los 108 x 54 x 12,5 m. Lo que estimamos que viene a representar una superficie de 5.500 m², un volumen de 4.500 m³ y un peso de unas 11.500 T de bloques de granito. Francamente es espectacular. De hecho, resulta ser uno de los monumentos tridimensionalmente más grandes de todo el Occidente del Sahara. Un ejemplar de estas características suscita, necesariamente, muchas cuestiones –¿quiénes, cómo, cuándo, por y para qué fue erigido?– que ahora vamos a empezar a tener la oportunidad de comenzar a responder.


La originalidad del monumento, su particular concepción y composición estructural, y el singular medio en que se encuentra, nos han forzado a plantear una actuación muy exigente –que llevaremos a cabo entre Febrero y Marzo– con un numeroso grupo de personas. En este sentido, junto a un equipo técnico especializado –integrado fundamentalmente por licenciados y colaboradores habituales de la UPV-EHU con amplia experiencia de campo, y una serie de cuadros saharauis del Ministerio de Cultura de la RASD–, se contará con un grupo de infraestructura de apoyo (conductores, cocineros, etc.) y de personal de seguridad. Cuando menos, alcanzaremos las 25 personas.


Va a ser, sin duda, una expedición especial y espectacular por la envergadura de sus objetivos, de infraestructura y logística, y de superación de un medio ciertamente adverso. Una gran aventura científica y humana que, de alguna forma, nos va a trasladar a las épicas misiones arqueológicas del inicio del siglo XX en el ámbito sahariano. Y, de la que confiamos obtener algunos resultados científicos relevantes que nos ayuden a comprender algunos de los sentidos que encierra esta impresionante construcción lítica.

RECENT POST
bottom of page