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[CAS] María José Iriarte Chiapusso: “Una de las principales satisfacciones que me ha aportado mi tra

  • historiaurrekoiker
  • 3 abr 2017
  • 3 Min. de lectura


María José Iriarte Chiapusso es Doctora en Historia por la Universidad del País Vasco (UPV-EHU), Investigadora del Grupo de Investigación en Prehistoria (IT-622-13), y Profesora de Investigación IKERBASQUE. Sus principales líneas de investigación se centran en el estudio de la vegetación y de la dinámica climática durante el Pleistoceno superior y Holoceno y la definición del grado de antropización del paisaje, a raíz de la adopción del sistema económico de producción (Paleopalinología). Además, dirige diversas actuaciones arqueológicas en contextos arqueológicos de cazadores-recolectores del País Vasco, entre los que cabe resaltar las actuaciones arqueológicas desarrolladas en el monte Jaizkibel o los yacimientos de Bolinkoba, Ezkuzta, Lezetxiki e Irikaitz, entre otras.


¿Cuáles son los antecedentes de tu tema de investigación? ¿Y en qué punto nos encontrábamos hace 30 años?


En la década de los 80 del siglo pasado, la aplicación de la Palinología en contextos arqueológicos comienza su desarrollo en el País Vaco. Al principio, las secuencias paleolíticas son las más seleccionadas, pero a raíz de mi Tesis Doctoral (1994, Universidad del País Vasco) centrada en secuencias Holocenas, el ámbito de nuestro conocimiento amplía considerablemente su ámbito crono-cultural.


¿Cuáles son los principales avances que se han ido incorporando a raíz de vuestro trabajo?


El apoyo recibido en el Area de Prehistoria para la realización de mi tesis doctoral en la década de los 90, se complementó con la investigación iniciada por la Dra. Lydia Zapata en el mundo de los macrorrestos vegetales.


El carácter interdisciplinar de la Arqueología, junto con la complementariedad de las líneas de investigación paleobotánicas conducirán a la consolidación del laboratorio de Paleobotánica del Area de Prehistoria, donde se han formado, y forman, investigadores en diferentes disciplinas paleobotánicas.


El territorio de Euskal Herria ofrece una gran variedad de áreas biogeográficas que han respondido de un modo diferente a la dinámica climática del Cuaternario. Los estudios palinológicos de secuencias pleistocenas, reflejan la rápida sucesión de eventos climáticos que caracterizan el último periodo glaciar. Un buen ejemplo de ello, es la secuencia de Labeko Koba (Arrasate, Gipuzkoa), donde en menos de 1500 años se pasa de un paisaje relativamente abierto, en el que acompañaban al pino especies caducifolias como aliso, roble, avellano y castaño, a un periodo de clima muy riguroso, en el que habitaban mamuts, rinocerontes lanudos, marmotas y glotones. Los registros de Ametzagaina (Donostia, Gipuzkoa) y Mugarduia Sur (Urbasa, Navarra) son un ejemplo de condiciones interestadiales, dentro de este periodo glaciar.


Tradicionalmente, las alineaciones montañosas que conforman la divisoria de aguas atlánticas-mediterráneas han sido consideradas como una “barrera física” entre la zona atlántica y la mediterránea. Por este motivo, se asignaba a la zona atlántica una dedicación económica más centrada en la ganadería, en contraposición a la agraria del sur del territorio. Los estudios paleobotánicos, han puesto en tela de juicio estas teorías, al confirmarse que los procesos de antropización del paisaje (deforestación, pastoreo, agricultura) se registran con la misma intensidad desde el Neolítico, a ambos lados de la divisoria de aguas.


¿Cómo ves las futuras investigaciones palinológicas?


Una de las principales satisfacciones que me ha aportado mi trayectoria investigadora es la de haber contribuido a difundir mi pasión por la Paleobotánica. Actualmente, en el laboratorio de Paleobotánica “Lydia Zapata”, siete nuevas investigadoras constituyen el futuro de esta disciplina en nuestro territorio, sin olvidar a las que están ya en su fase postdoctoral.


Las innovaciones y las mejoras inherentes a cada disciplina nos optimizan la fiabilidad del registro botánico. Hace 30 años, de una muestra obtenida en una turbera se realizaba el estudio de su contenido esporopolínico y su correspondiente datación cronológica. Hoy en día, de esa misma muestra se estudia, por ejemplo, el contenido esporopolínico, los microfósiles no esporopolínicos, los microcarbones (estudio de los patrones de incendios, antrópicos o no) y su naturaleza geoquímica. La conjunción de toda esta información está siendo determinante para conocer el uso que del ámbito montano desarrolló el ser humano a partir del Neolítico y cuáles han sido las consecuencias de esta acción en el paisaje vegetal. Es de esperar que en un futuro próximo, tengamos todavía mejores expectativas a la hora de realizar nuestros proyectos de investigación.

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